Sentirse invisible o poco valorado en el trabajo, la escuela o entre amigos es una experiencia más común de lo que se admite. Muchas personas temen expresar sus necesidades o desacuerdos por miedo a generar conflictos. Sin embargo, la ciencia confirma que la asertividad —la capacidad de comunicar sentimientos y pensamientos de manera directa y respetuosa— es un pilar clave para el bienestar emocional y la salud mental.
Un estudio publicado en ScienceDirect analizó la relación entre la asertividad, la capacidad de decir “no” y la salud mental en estudiantes universitarios de la Universidad de Shiraz, en Irán. Con una muestra de 120 jóvenes, los investigadores encontraron una correlación positiva entre la habilidad para expresarse asertivamente y el bienestar psicológico. Aquellos que sabían establecer límites y negarse a ciertas demandas mostraron menor nivel de estrés y relaciones interpersonales más saludables.
Los resultados, que no hallaron diferencias significativas entre hombres y mujeres, sugieren que fomentar la asertividad puede convertirse en una estrategia eficaz para promover la salud mental, especialmente en contextos universitarios. Los autores señalan que este tipo de entrenamiento ayuda a reducir la ansiedad y la depresión, además de mejorar la autoestima y la capacidad para manejar responsabilidades sin sobrecarga emocional.
La Mayo Clinic coincide en que “ser asertivo te puede ayudar a ganar el respeto de los demás, mejorar la autoestima y reducir el estrés”. Lejos de fomentar la agresividad, esta habilidad implica equilibrio: defender los propios intereses sin desatender los de los demás. En ese sentido, la asertividad se basa en el respeto mutuo, la comunicación diplomática y la honestidad emocional.
De acuerdo con New Scientist, la evidencia científica muestra que las conversaciones francas y asertivas alivian tensiones y fortalecen los vínculos sociales, permitiendo a las personas salir de estados de desesperanza o incomunicación. Por eso, esta capacidad, tradicionalmente valorada en líderes y figuras públicas, ha cobrado nuevo protagonismo como herramienta de salud mental para todos.
Aunque el entrenamiento en asertividad fue popular en la psicología clínica durante las décadas de 1970 y 1980, perdió terreno con la llegada de otras terapias. Sin embargo, desde 2018 ha resurgido con fuerza. Diversos estudios han demostrado que fortalecer esta competencia mejora la satisfacción vital, reduce el riesgo de acoso escolar y facilita relaciones de pareja más equilibradas.
Los programas modernos de entrenamiento en asertividad combinan técnicas cognitivas y ejercicios prácticos. Se anima a los participantes a identificar pensamientos que inhiben su expresión —como el miedo a parecer grosero o a ser rechazado— y a reemplazarlos por formas de comunicación más seguras y empáticas. Ejemplos sencillos, como “Sé que estás ocupado, pero necesito hablar contigo”, ayudan a practicar el equilibrio entre respeto y firmeza.
Actualmente, estos programas se ofrecen tanto en terapia presencial como en plataformas digitales. Los recursos en línea, como manuales y cuadernos interactivos, han demostrado ser igual de efectivos, lo que facilita que más personas aprendan a expresarse sin culpa y con confianza.
Desarrollar la asertividad no solo transforma la manera en que una persona se comunica, sino también cómo se percibe a sí misma. Implica asumir que decir “no” no es un acto de rechazo, sino de autocuidado. En un mundo cada vez más saturado de exigencias, cultivar esta habilidad se ha convertido en una herramienta de equilibrio emocional y una forma silenciosa, pero poderosa, de fortalecer la salud mental.