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Dormir bien podría mantener tu cerebro joven, según un nuevo estudio

Dormir mal no solo deja ojeras y cansancio: también puede envejecer el cerebro. Un estudio encabezado por el Instituto Karolinska de Suecia, publicado en The Lancet, concluye que los hábitos de sueño influyen directamente en la edad cerebral, más allá de la edad cronológica.

El equipo científico analizó más de 27,500 cerebros mediante resonancias magnéticas y modelos de inteligencia artificial. Los resultados mostraron que las personas con sueño deficiente tenían cerebros que parecían, en promedio, un año mayores que su edad real. Por el contrario, quienes dormían entre siete y ocho horas por noche mostraron estructuras cerebrales más jóvenes y saludables.

“Las personas con mal sueño tenían cerebros que, en promedio, parecían un año mayores que su edad real”, explicó Abigail Dove, investigadora principal del proyecto.

El estudio no se limitó a la cantidad de horas dormidas. También se consideraron factores como el insomnio, los ronquidos, la somnolencia diurna y el cronotipo (ser más activo de día o de noche). A partir de estos elementos, los investigadores crearon una “escala de sueño” que permitió calcular la edad biológica del cerebro. Cada punto por debajo de lo saludable equivalía a seis meses extra de envejecimiento cerebral.

La colaboración entre científicos suecos y chinos permitió confirmar el patrón: tanto en hombres como en adultos jóvenes, el mal descanso se asoció con un cerebro más envejecido. Esta “brecha de edad cerebral” se usa ya como un marcador de alerta temprana frente al deterioro cognitivo y otros problemas neurológicos.

Según los investigadores, uno de los mecanismos clave detrás de este fenómeno es la inflamación sistémica, que explicaría cerca del 10% del vínculo entre mal sueño y envejecimiento cerebral. Dormir poco o mal altera los procesos de limpieza de desechos en el cerebro, afecta la circulación sanguínea y puede acelerar el deterioro neuronal.

El estudio advierte que tanto dormir menos como dormir demasiado puede ser perjudicial. La franja ideal, entre siete y ocho horas diarias, parece proteger la salud cerebral a largo plazo. Mantener horarios regulares, evitar estimulantes y atender los trastornos del sueño son pasos esenciales para preservar un cerebro joven.

Como resumió Dove: “Nuestros hallazgos evidencian que la falta de sueño puede contribuir al envejecimiento cerebral acelerado y señalan la inflamación como uno de los mecanismos subyacentes”.

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